Asignaturas - Master 230601

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LA ÉTICA FRENTE A LOS DESAFÍOS DE UN MUNDO PLURAL

Código Asignatura: 23306279

PRESENTACIÓN Y CONTEXTUALIZACIÓN

LA ÉTICA FRENTE A LOS DESAFÍOS DE UN MUNDO PLURAL
23306279
2024/2025
TÍTULOS DE MASTER EN QUE SE IMPARTE MÁSTER UNIVERSITARIO EURO-LATINOAMERICANO EN EDUCACIÓN INTERCULTURAL
CONTENIDOS
5
125
SEMESTRE 1
CASTELLANO

En el año 2001 la Conferencia General de la UNESCO aprobó la Universal Declaration on Cultural Diversity. En ella, y en analogía con el concepto de biodiversidad, se establecía en su artículo 1 que “...la diversidad cultural es tan necesaria para la humanidad como la biodiversidad lo es para la naturaleza”. Más allá de las dudas teóricas que pueda sugerir la analogía entre biodiversidad y diversidad cultural, semejante declaración tiene importancia porque no hace otra cosa que plasmar claramente el triunfo de la idea de diversidad en la cultura contemporánea. Tras siglos de monismo cultural, de asumir la idea de que solo se puede ser plenamente humano de una sola forma, es preciso reconocer que el pluralismo se ha abierto paso como creencia común, al menos en occidente y en la teoría.

El problema es que el estallido del monismo y la celebración de la diversidad han producido, junto a enormes e indudables beneficios, ciertos "daños colaterales". En efecto, aceptar el hecho de que la humanidad se declina irremediablemente en plural, ha dado paso no pocas veces a una cierta ideología difusa que el filósofo español contemporáneo Fernenado Savater ha denominado "idolatría de la diversidad". Tal idolatría no es otra cosa que la penúltima enunciación de una vieja doctrina, el relativismo.

El "idólatra" sostiene que la diversidad cultural es un valor en sí mismo. Pero si esto fuera así, tendríamos que asumir nuestra incapacidad para distinguir entre, si se me permite la expresión, la buena y la mala diversidad. Y es que existen muchas prácticas culturales que resultan profundamente inmorales porque violan la igualdad, libertad y dignidad de las personas. La mutilación genital u otras discriminaciones por razón de sexo, color de la piel o religión son muy comunes en todas las culturas. Son prácticas que tienen sentido dentro de los sistemas de creencias que las sustentan, pero no por ello pensamos que deberían ser asumidas o toleradas.

Por eso si lo que el idólatra cultural está pretendiendo hacer con su celebración irrestricta de la diversidad es defender una comunidad de humanos tolerantes y respetuosos los unos con los otros, debería abandonar el relativismo como compañero de viaje. La exaltación pura de las diferencias es un camino tan recto hacia la barbarie como el monismo más dogmático al no permitirnos hacer juicios razonables sobre qué diferencias son buenas, o cuando menos inocuas, y cuáles no. Dado el panorama anterior, creo que en nuestras crecientes sociedades multiculturales nos enfrentamos, pues, a la siguiente situación. La mayoría de nosotros somos pluralistas, pensamos que la diversidad cultural es una riqueza que debemos preservar porque no existe una única forma de vivir una vida plena. Pero también somos conscientes que hay muchas prácticas culturales degradantes e inaceptables. El problema es que tanto sobre lo primero como sobre lo segundo hay una gran disparidad de opiniones que muchas veces son contradictorias. No es fácil ponerse de acuerdo ni sobre las diversas formas de vida buena asumibles ni sobre aquello que debemos descartar como intolerable. Y más, teniendo en cuenta que la cultura occidental ha estado plagada de imposiciones y violencia ejercida en nombre de la verdad, la libertad, el bien, la justicia o dios ¿Cómo saber, entonces, que cuando estamos tildando algo de “mala diversidad”, de intolerable, no estamos proyectando nuestros prejuicios, nuestras propias creencias particulares, y conculcando la libertad de los demás? ¿Cómo evitar que la defensa de la riqueza cultural se solape con el puro e insostenible relativismo? ¿Cómo orientarse, en fin, en el creciente laberinto cultural en el que se han convertido nuestras sociedades tardomodernas?

El curso quiere mostrar a aquellos que lo sigan algunos de los diferentes y a veces contradictorios mapas que la filosofía moral y política contemporánea ha trazado para moverse en ese proceloso laberinto multicultural de nuestro presente. La comprensión de la cartografía que trazan quizá pueda ayudar a los alumnos a descifrar algunas de las características que debería tener una educación intercultural digna de tal nombre.

La asignatura "La ética ante los desafíos de un mundo plural" se inserta como optativa en el "Modulo I. Conceptual/Epistemológico" y se imparte en el primer cuatrimestre. Su objetivo fundamental, de la mano de los textos de algunos de los más importantes filósofos morales y políticos contemporáneos, será abrir caminos de reflexión para que los alumnos lleguen a sus propias conclusiones acerca de cuál es la mejor manera de construir comunidades flexibles, abiertas e inclusivas. Por eso, la indagación ética y política puede ser una gran fuente de inspiración a la hora de discutir y desarrollar cabalmente los modelos de educación intercultural que hoy tanto necesitamos.