Historia de la masonería en Polonia

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Sala VI: La masonería en otros países

HISTORIA DE LA MASONERÍA EN POLONIA

La bula condenatoria de la masonería emitida en 1738, unida a la influencia social y política de la iglesia católica polaca fueron determinantes para que las logias no pudieran apenas prosperar al ser consideradas arietes de la subversión extranjera, especialmente de Prusia, Francia e Inglaterra. Durante estos años, las escasas logias establecidas en Polonia se dedicaron a prestar ayuda a los compatriotas extranjeros que se dedicaban al comercio, o a estrechar los lazos fraternales con los numerosos militares de diversas nacionalidades que circulaban por el país y los diplomáticos que pasaban o recibían informaciones útiles para sus embajadas. En todo caso, también organizaban conferencias sobre física, literatura, economía, ciencias naturales, filosofía y difundían los ideales de la Ilustración. Hubo una logia bajo patente inglesa en Lublin que dirigía el alcalde de la ciudad, Lempicki Malachowski. En 1742, el mariscal de Lituania, Mniszek, fundó otra logia en la ciudad de Wisniovec. En 1744 alzó columnas en Varsovia la logia afrancesada Los Tres Hermanos integrada por polacos y militares extranjeros con importante presencia de nobles como el mariscal Kirill Razumowski, el general Andrzej Mokronowski o Ignacy Luboradzki. También se fundaron las logias Los Tres Deseos en Lemberg (1747) o la logia El Buen Pastor en Varsovia (1749) fundada y presidida por el conde August Moszinski.

Pero este escenario cambió radicalmente en la segunda mitad del siglo XVIII cuando Polonia se vio sacudida por continuas guerras que dieron pie a tres ocupaciones y segregaciones de su territorio impuestas por Rusia, Prusia y Austria en 1772, 1792 y 1795. Convertida Polonia en escenario militar, la masonería de esos años adquirió unos singulares perfiles predominantemente militaristas y patrióticos como defensora de la integridad territorial e independencia del país contra la dominación extranjera

Aun con este componente aristocrático-militar, la masonería polaca continuó siendo una institución fundamentalmente encaminada a difundir y apoyar las reformas culturales y educativas. Solo las personas con tiempo y recursos económicos se podían permitir el lujo de hacer frente a las tasas para obtener una patente y fundar una logia o abonar los gastos de ingreso o de pase a los sucesivos grados. Además, muy pocos pertenecían a ese reducido grupo de personas que en las tenidas de una logia eran capaces de debatir o escribir sobre arte, economía, filosofía y educación. Eso explica que, durante el siglo XVIII, la erección de logias fuera una iniciativa reservada prácticamente a la aristocracia y alta burguesía.

Un masón templarista; el rey Estanislao II (1777)

Con Estanislao II, la masonería acabaría poniéndose de moda de la mano de los diplomáticos extranjeros, oficiales del ejército, y también de profesores, abogados, comerciantes y artistas. El rey y la nobleza cortesana polaca partidaria de la Ilustración comprendieron que las logias eran buenas aliadas para apoyar los programas de reforma cultural y educativa que tan exitosamente se estaban llevando a cabo en el resto de Europa.

Estanislao Augusto II Poniatowski (1732-1798), rey de Polonia y gran duque de Lituania (1764-1795), era hijo del conde Stanislaw Poniatowski y de la princesa Konstancja Czartoryska. En el confluían las aspiraciones de las dos familias más poderosas del país. Durante la adolescencia hizo su gran tour de formación visitando en 1748 varias ciudades de Alemania y los Países Bajos. Tras una breve residencia en Lituania como aprendiz en la cancillería de Michał Fryderyk Czartoryski, realizó nuevos viajes formativos a Berlín (1750) y Viena (1752), también visitó Hungría (1753), nuevamente Austria, Países Bajos, Francia e Inglaterra (1754).

En la década de 1760, las obediencias masónicas más arraigadas eran la inglesa y, sobre todo, la francesa. La influencia cultural de Francia era tan palmaria que muchas logias polacas trabajaban en idioma galo. Igualmente, era frecuente que los polacos aprovecharan su estancia en París para ser iniciados o visitar alguna logia importante.

La alianza de la zarina Catalina con los prusianos había puesto de moda en Rusia el rito alemán rectificado de modo que, durante unos años tal rito desplazó momentáneamente la influencia de la masonería inglesa y francesa. En pocos años la masonería templaria del rito rectificado se propagó por Polonia y alcanzó su apogeo cuando el propio monarca entró en una logia rectificada.

El 21 de septiembre de 1769, varias logias fundaron en Varsovia la Gran Logia de Polonia. El conde August Moszinski fue elegido gran maestro. En la fiesta solsticial del 24 de junio de 1770, la gran logia organizó un fastuoso banquete al que asistieron dos miembros destacados; el rey Estanislao II y Gabriel Jan Podoski, primado y arzobispo de Gniezno. Merced a su perfil aristocrático, aunque adoptó las constituciones de Anderson, solo admitía cristianos y rechazaba el ingreso de personas de condición social modesta. Durante unos meses, la Gran Logia se situó bajo la órbita de la Lata Observancia de Zinnendorf, de modo que el reconocimiento de la Gran Logia de Inglaterra a dicha obediencia alemana, implicó momentáneamente también la de la Gran Logia polaca.

Estanislao II en 1777 era miembro de la logia rectificada Los Tres Yelmos de Varsovia. En su decisión de comprometerse con el rito alemán y obtener todos los grados del sistema tal vez pesó la posibilidad de contactar con los Superiores Incognitii y obtener su ayuda para llevar a cabo sus ambiciosos planes de reforma. Tal vez por eso mismo, también se integró en la Orden de la Rosacruz de Oro en la idea de que allí se encontraba el círculo más esotérico de la masonería.

Cuando en el convento convocado en Wilhelmsbad en 1782, se asumió oficialmente que los masones rectificados no eran los auténticos herederos de los templarios y que no había constancia de la existencia de unos Superiores Incognitii, los masones volvieron la mirada hacia el rito inglés de los tres grados y, sobre todo, al Gran Oriente de Francia, que ofrecía la revelación de supuestos misterios a través de la práctica de los altos grados. De hecho, la influencia de la Ilustración y del enciclopedismo francés seguía nutriendo las aspiraciones de los patriotas polacos que anhelaban la reunificación de una Polonia libre de la dominación extranjera.

Los grandes maestros patriotas

A todo esto, Polonia seguía siendo campo de batalla entre Rusia, Austria, Prusia, Inglaterra, Suecia y el imperio Otomano, de modo que nuevos acontecimientos políticos volvieron a alterar la convulsa vida de los polacos. En efecto, distraída Rusia en su guerra contra los turcos (1787-1792) y los suecos (1788-1790), Polonia aprovechó la coyuntura para pactar una alianza con Prusia que le asegurase la retaguardia. Seguidamente, el rey, apoyado por el partido patriótico de Stanisław Małachowski, Ignacy Potocki y Hugo Kołłątaj inició un programa de reformas en el Parlamento (Sejm). Como significativamente, buena parte de los protagonistas de esos años eran masones, cabe preguntarse ¿hasta qué punto los masones se comprometieron en la lucha política? Los datos parecen elocuentes; de entre los nuevos diputados del Parlamento polaco elegidos en septiembre de 1788, al menos 39 de los 177 miembros eran masones (22%). Y tras las elecciones celebradas dos años después, eran masones 35 de los 182 miembros electos (19,2%). De los 19 integrantes de la Comisión Nacional de Educación de Polonia creada por el Parlamento en 1788 para realizar las reformas educativas y universitarias, al menos 5 eran masones. No es de extrañar que la masonería viera como obra suya, sin serlo, la Constitución de 3 de mayo de 1791 que abolía el liberum veto (veto de la nobleza a las decisiones del rey) y asumiera ciertos principios liberales como la separación de poderes, el predominio del poder legislativo sobre el ejecutivo, la responsabilidad de los ministros, etc. En efecto, de entre los diputados que aprobaron la citada Constitución, solo eran masones 74 de un total de 359 diputados que, además, militaban en tendencias políticas distintas. Por tanto, al igual que había sucedido en Francia, los masones del Parlamento no actuaron de consuno sino siguiendo las consignas de sus respectivos grupos políticos. Finalmente, la extrema debilidad del reino fue aprovechada por Rusia, Prusia y Austria para acordar en 1792 la segunda partición de Polonia.

Desde el exilio, los patriotas liderados por el general Kosciuszko organizaron un levantamiento en 1794 contra la dominación rusa, que fue secundada sin mucha convicción por Estanislao II. Pese a algunas victorias polacas iniciales, la guerra concluyó con la masacre de Praga llevada a cabo por el ejército ruso del general Suvorov. La mayoría de los masones combatieron del lado de los llamados patriotas. Entre ellos cabe citar, por su especial posición dentro de la orden y por su cercanía al rey Estanislao II, al conde Ignacy Potocki (1750-1809), que fue gran maestro del Gran Oriente Nacional de Polonia (Wielki Wschód Narodowy Polski; W. W. N. P.), reorganizó la masonería polaca.

También su hermano el general Stanislaw-Kostka Potocki (1757-1821), hecho conde por el imperio austriaco, fue gran maestro del Gran Oriente Nacional de Polonia desde 1812 hasta 1821. Respecto al general y gobernador de la provincia de Mazovia, Andrzej Mokronowski Bogoria (1713-1784), masón ya en 1744 (pues fundó ese año la logia Los Tres Hermanos) fue elegido gran maestro del Gran Oriente Nacional de Polonia en 1784 y cuñado del rey Estanislao II al casar con su hermana Elżbieta. Por su parte, el príncipe y general Kazimir Nestor Sapieha (1757-1798) fue gran maestro del Gran Oriente Nacional de Polonia desde 1789 hasta 1794. También cabría mencionar al obispo masón y patriota; el príncipe Michał Poniatowski (1736-1794), hermano menor del rey Estanislao II.

También hubo masones en el partido prorruso partidarios de una alianza con la zarina Catalina que frenara las ambiciones de Prusia, Austria y Suecia. Entre ellos cabe destacar al general Stanislaw-Szczesny Potocki (1751-1805), quien desempeñó la gran maestría del Gran Oriente Nacional de Polonia de 1785 a 1789.

Tras la tercera partición de Polonia en 1795, los polacos forzados al exilio vieron en la Francia napoleónica una oportunidad para liberar Polonia del yugo extranjero. Decepcionados por décadas de lucha, el ejemplo de la Francia bonapartista se extendió velozmente por Europa oriental. Numerosos militares polacos se alistaron en las legiones francesas con la esperanza de derrotar a los prusianos y a los rusos.

Los masones polacos creían que la masonería francesa podía ser un ejemplo a seguir para impulsar la regeneración moral y política del país. Buena parte de las logias se situaron bajo dependencia del Gran Oriente de Francia y adoptaron sus rituales, especialmente el rito francés y el escocés antiguo y aceptado. A los pocos meses, varias logias acordaron la refundación del Gran Oriente Nacional de Polonia. Del nombre adoptado por algunas logias fundadas en esos años puede deducirse el deseo que animaba a los masones polacos. La caída del Imperio napoleónico dio paso al Congreso de Viena que en 1815 concedió a Rusia un protectorado sobre el reino de Polonia (reducido en una tercera parte de la extensión del ducado de Varsovia). La consiguiente ocupación militar de Polonia dificultó la intermitente continuidad de la masonería hasta que, finalmente, el zar prohibió la masonería. Prohibida la masonería, la resistencia polaca se abrió paso al través de las sociedades secretas, las sociedades patrióticas y el mundo clandestino de la conspiración para expulsar a los rusos. Desde el exilio los masones polacos mantuvieron vivas las tres luces mientras en su patria la orden quedaba sumida en sueños a la espera de un nuevo Oriente.

Extractado de. Javier Alvarado Planas, Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia, Madrid, 2017, tomo II, pp. 343-369.