Las marcas de canteros

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Sala de Exposiciones Temporales

LAS MARCAS DE CANTEROS

La necesidad de regular el ingreso a la profesión para corregir los abusos de personas que se ponían al frente de las obras sin la cualificación adecuada, llevó tempranamente al poder público a autorizar a las corporaciones de oficios el establecimiento de un sistema de formación y examen. Así por ejemplo, en la reunión de maestros masones de Regensburg de 1459 se autorizó a las “logias” alemanas a poner en marcha el Hüttenfürdrung, un sistema de ingreso y promoción profesional que comprendía los grados de aprendiz, oficial y maestro. Para aprobar el Fürdrung, el oficial había de demostrar que poseía la ciencia necesaria para hacer el alzado de un edificio. Aparentemente, el supuesto “secreto” del constructor medieval radicaba en el conocimiento de los métodos geométricos utilizados para trazar los planos de un edificio con solo la escuadra y el compás partiendo de la “justa medida”. Las citadas ordenanzas de Regensburg especifican que un maestro constructor tenía que ser capaz de hacer la elevación a partir del plano, es decir, proyectar las tres dimensiones de un edificio partiendo de un segmento unidimensional. Este sencillo principio ha determinado todo un mundo simbólico en la masonería en virtud del cual el aprendiz se “desplaza” en la “logia” empleando una única dimensión o dirección (longitud) de occidente a oriente; el oficial o compañero construye o se desplaza en las dos direcciones de la “logia” (longitud y anchura), moviendo sus pasos de occidente a oriente y de sur a norte. Por último, solo el maestro puede cerrar, techar o abobedar completamente el edificio al dominar la tercera dimensión (altura) que comprende, además de los cuatro puntos cardinales, el cenit y el nadir, lo cual queda simbolizado por su peculiar desplazamiento en las tres dimensiones del espacio de la logia.  

La circunstancia de que solo un verdadero maestro pudiera efectuar trazados o planchas justas y perfectas de la edificación, fue trasladada al simbolismo de la perfección moral del individuo. Siendo la edificación el propio Templo interior del Hombre, el maestro constructor representaba la realización espiritual de quien ha concluido la edificación de su santuario interior. Es en este sentido como ha de interpretarse el que solo el maestro masón pueda presentar verdaderas planchas o trazados, esto es, escribir en el libro de la vida. 

         Estas breves consideraciones son necesarias para entender una parte esencial del simbolismo de las marcas de cantero que eran otorgadas al maestro constructor. 

         A fin de abordar el complejo panorama de la clasificación de los “signos lapidarios” grabados en las construcciones de época medieval, proponemos el siguiente criterio: 

         Signos lapidarios en general: 

         A) Marcas o signos mágicos, religiosos o conmemorativos. Algunos signos lapidarios grabados en las construcciones medievales no son marcas personales del cantero o del taller, sino signos de tipo religioso, astrológico o mágico que tenían funciones diversas como las de actuar de reconocimiento para el peregrino, de protección o conjuro ante las influencias negativas, servir de soportes de meditación, representar el momento en que se terminó la obra, etc. Ejemplos de estos signos son la cruz, la esvástica, el sello de Salomón, el pentalfa, el laberinto, etc. 

         B).- Marcas del donante. Dado que algunos signos lapidarios nada tienen que ver con los útiles de la construcción (por ejemplo, unas tijeras de sastre; un hacha de leñador, el arpón de pescador, marcas de carácter militar como la ballesta o la espada, etc) cabe suponer que tales petroglifos fueran la signatura de una corporación o de un particular que, habiendo costeado parte de un sillar, columna, bóveda o de cualquier otra parte de la obra, quería dejar un signo que recordase su donación.  

         C) Marcas relativas a la construcción: 

a)     Marcas de cantería

         1º.- Marcas de las canteras de procedencia de la piedra. En algunas regiones la forma especifica de organización del trabajo originó la costumbre de marcar las piedras en bruto que salían de las canteras para distinguirlas de las sacadas de otros yacimientos y poder calcular fielmente su número y precio. Por tanto, estas marcas de los canteros sacadores (marcas de canteria), no deben ser confundidos con los signos grabados en la piedra por los maestros canteros que trabajaban a pie de obra (marcas de canteros).  

         2º.- Marcas de asiento. No hay que confundir las “marcas de cantero” en sentido estricto con las “marcas de asiento” o “marcas de situación”. Frente a la, en ocasiones, complicada geometría de las marcas de cantero, las “marcas de asiento” eran cifras o letras de diseño sencillo que facilitaban el montaje ordenado de los bloques al indicar su lugar de emplazamiento en las hiladas, en las dovelas de los arcos, etc.  

b)    Marcas de cantero: 

         Las marcas o signaturas personales o del taller para identificar el trabajo concluido han sido un sistema universalmente empleado. Las encontramos en todas las culturas y civilizaciones para identificar la autoría (por ejemplo, la alfarería), la propiedad del objeto marcado (la ganadería) o representar las denominadas marcas dinásticas o signos de familia. El precedente inmediato de las marcas de los canteros medievales se encuentra en los signos lapidarios romanos y singularmente en los utilizados durante la Edad Media en Bizancio. Estas marcas singulares todavía se conservan en la mayor parte de los edificios del Imperio romano de Oriente; en el teatro de Nicea, en el de Aezani, el acueducto de Éfeso, en la muralla de Salónica construido con el expolio de las ruinas de un antiguo, etc. Igualmente se localizan en las piedras de la cisterna de las Mil y Una Columnas de Constantinopla, o en Santa Sofía, en San Sergio, en la iglesia de San Juan, etc. También se han hallado sobre las caras talladas de piedras destinadas a desaparecer bajo el revoco o tras el repaso definitivo de los paramentos, lo que confirma que eran marcas de los canteros para poder ajustar su salario. 

         En la Europa medieval, este fenómeno se generalizó por imitación de los escudos de armas de las casas nobiliarias (que daría lugar al desarrollo de la ciencia heráldica), expandiéndose a las corporaciones de oficios (herreros, armeros, talladores de madera, grabadores, impresores, fabricantes de papel, pintores, etc). 

         En función del tema o motivo de su diseño, las marcas de cantero pueden ser clasificadas en dos grupos básicos: 

         1º.- Marcas biográficas del cantero. Como en el caso anteriormente citado de las marcas del donante, ciertos signos lapidarios también podrían hacer alusión a la condición social pasada del cantero (la ballesta o la espada indicaría la profesión anterior de soldado; la letra S mayúscula dividida verticalmente por una línea expresaría un estado anterior de servidumbre), a sus creencias o devociones (una cruz), a su nombre (en forma de inicial o monograma), etc. 

         2º.- Marcas reticulares de cantero: este tipo de trazado genuinamente tradicional se basa en la existencia de una plantilla, matriz geométrica o red fundamental compuesta de diversas figuras geométricas de la que se sacarían fragmentos o cortes parciales para configurar las marcas personales de cada cantero. Probada su existencia en territorios centroeuropeos, su probable existencia en los reinos hispánicos no ha sido todavía documentada. 

         Concluida esta clasificación básica de los signos lapidarios grabados en las construcciones medievales, conviene dedicar algunas líneas a aclarar las razones por las que tales marcas de cantero solo aparecen en algunas piedras de la obra y, por el contrario, están ausentes en otras. Por lo general, las piedras sin marcar habrían sido pulidas y talladas por canteros contratados a sueldo fijo y con un régimen de dedicación exclusiva. Sin embargo, cuando había que acelerar el ritmo de las obras o era necesario contratar trabajos de cantería que entrañaban una mayor dificultad o cualificación, se recurría al destajo. Esta modalidad, común en toda Europa, recibió en España el nombre de contrato a destajo, siendo denominados tales canteros como «destajeros». Por este sistema de trabajo se contrataba eventualmente a más operarios, aunque también servía para que los propios canteros de la obra hicieran horas extraordinarias en momentos de necesidad. De tal manera, terminado el tallado de cada piedra, el cantero grababa su signo y la Fábrica le pagaba en función de las marcas contabilizadas. El pago a destajo fue mucho más usual en el mundo bizantino que en Europa tal y como ya acredita la tarifa de Diocleciano.  

        Como es sabido, la obra capital sobre los signos de cantería es Studien uber Steinmetz-Zeichen del arquitecto vienés Franz Rziha (Viena, 1883). Tras numerosos años de investigación y catalogación de unos 9.000 signos lapidarios en Europa central llegó a la conclusión de que cada uno de esos signos tenía un centro de simetría que había sido compuestos a partir de fragmentos de una de las cuatro redes geométricas o matrices tipos. También pudo probar que cada red matriz correspondía con el trazado distintivo de cada una de las grandes logias afiliadas a la Bauhütte. Esa era la razón de que las marcas de los maestros canteros afiliados a la misma logia tuvieran un diseño parecido, dado partían de una matriz geométrica o red fundamental (Steinmetzgrund) común. 

         Uno de los documentos más antiguos que hace referencia a tales marcas o signos de cantero de la Bauhütte se encuentra en la Hüttenordnung (Ordenanza de Logia) de Röchlitz de 1462. Allí se menciona la ceremonia solemne en la que el Maestro transfiere o “comunica” (Hohe Morgensprache) el “signo” al oficial junto con una serie de enseñanzas alusivas, advirtiéndole de que carece del derecho a modificar su signo o a transferirlo a otro cantero. 

         ¿Cuál era la función de este signo o marca? Por los estatutos de algunas de estas logia, sabemos que en la ceremonia de iniciación o ingreso al segundo grado de la jerarquía corporativa, se entregaba al oficial o compañero, una marca que le servía para firmar las piezas más importantes y que también podía utilizar como signo de reconocimiento o de paso en contactos con miembros de logias afiliadas o durante sus viajes de formación, es decir, los nada simbólicos tres viajes que, como Wandergeselle, le imponían sus estatutos. 

         En cuanto prueba de reconocimiento o de paso, ello suponía situar y leer la marca, es decir, explicar su construcción geométrica a partir de la red fundamental (Steinmetzgrund) y su significado simbólico en cuanto matriz que compendiaba todos los esquemas geométricos de la construcción.  

         Según Franz Rziha, las características geométricas de las cuatro redes o matrices fundamentales son: 

          I.- Cuadratura.- Obtenida por las particiones ortogonales y oblicuas de dos cuadrados superpuestos en 45º formando un pseudooctógono estrellado inscripto en el círculo director. Cada cuadrado está dividido en sesenta y cuatro pequeños cuadrados. Los signos lapidarios del tipo Cuadratura se otorgaba exclusivamente en las logias dependientes de la Gran Logia de Estrasburgo.

         II. Triangulación.- Formada por la partición de una red triangular de dos triángulos equiláteros superpuestos cabeza abajo en forma de exagrama, inscriptos en el círculo director. Las marcas del tipo Triangulación eran conferidos solo por las logias que dependían de la Gan Logia de Colonia.  

         III. Cuatrifolio. Partiendo de la red nº I de tipo cuadratura se trazan los círculos circunscriptos a todos los cuadrados interiores que resultan de las diferentes operaciones de partición. Los signos derivados del tipo cuadrilobulado eran conferidos solo por las logias que dependían de la Grana Logia de Viena. 

IV. Rosetón trilobulado. Sobre la red nº II del tipo triangulación se trazan círculos circunscriptos a todos los triángulos interiores. Estas marcas lapidarias eran conferidas por la Gran Logia de Berna y por la Logia de Bohemia (Praga). 

         Por lo demás, desconocemos si este método de creación del signo del cantero a partir de una matriz fundamental estuvo vigente también en los reinos hispanos. De hecho, el estudio sistemático de tales marcas en la arquitectura medieval hispana está todavía por hacer. No obstante, un examen superficial de algunos de los registros de signos publicados, nos lleva a sospechar tal origen en muchos de ellos. .

 

 

  

En definitiva, el estudio y comprensión de tal red proporcionaba al masón todos los secretos del oficio y, en definitiva, le ayudaba a levantar y cerrar el más complejo plano de un edificio con solo la escuadra, el compás partiendo del segmento fijo llamado “medida adecuada”. Pero además, servía para otorgar signos distintivos de los maestros de cada taller. Evidentemente, en su trazado y diseño concretos intervenían criterios estéticos cargados de simbolismo para cuyo análisis hay que remitirse a los trabajos de René Guénon.         

Extractado de: Javier Alvarado, Heráldica, simbolismo y usos tradicionales de las corporaciones de Oficio; las marcas de canteros, Madrid, 2009.

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