
Sala-XIV: Literatura y Masonería
POEMAS MASÓNICOS
DESAGRAVIO
En la muerte de Metelo I (Venerable Hermano Simón Gris, GR.. 33, año 1872)
Tú, que de su virtud fuiste testigo;
Tú, que del corazón sobre el arcano.
Entre el franco carácter del amigo,
Descubriste el cariño del hermano;
A su tumba de paz llega conmigo;
Y, aunque del mármol frió el eco humanó
La inanimada losa herir no pueda.
Haz tú, que oído á mi razón conceda.
Cortó implacable el filo de la muerte
Aquella vida de trabajos llena.
Cubriendo a sus hermanos de esta suerte
De lobreguez y lágrimas y pena;
Yo, que ante el nombre del amigo inerte
Siento también la bárbara cadena
Que liga al hombre del dolor al hilo,
Yo no tengo el espíritu tranquilo.
Llevo una duda que el dolor exalta
Dentro del pecho que al amigo llora,
Y es. mi conciencia tan estrecha y alta
Que al contristado espíritu devora.
Aunque en mí su amistad no hallare falta,
Nube se alzó de bruma engañadora.
Pues intentó la descocada intriga
Buscar entre los dos cruda enemiga.
Tal pesadumbre al corazón oprime;
Por eso llego á tí, y ante la losa
Donde el hermano contristado gime
Del cerrado sepulcro en que reposa,
Para que el fuego del olvido lime
Esta duda que embárgame enojosa.
Tu amistad interpongo; ven conmigo
A evocar el recuerdo del amigo.
Su espíritu inmortal desde la altura
Al posar sobre mí sus vivos ojos.
Tenderá venda densa, mas no oscura,
Sobre el rayo voraz de sus enojos.
Desde allí tocará la verdad pura;
Y al despreciar del mundo los despojos.
Dirá, tendiendo sobre mí su mano.
No me faltó al amor el noble hermano.
Santa fraternidad que de esta suerte
Las querellas del mundo y sus insidias
Puedes desvanecer ante la muerte
Exenta de rencores y de envidias.
Bendita tu misión sagrada y fuerte.
Pues contra el vicio y las pasiones lidias,
Llevando ante el altar del Arquitecto,
Una voz, un espíritu, un afecto.
Numa, gr.\ 33.
Fuente: Boletín del Gran Oriente de España nº 33, 15 de septiembre de 1872, p. 8-9.
A LA FÉ
Arde en mi pecho, sin estinguirte, llama,
Destello del poder omnipotente,
Que el puerto de la paz muestras clemente,
Y das ventura al que ventura clama.
Sin tí, la voz callara de la Fama;
Del orbe, el heroísmo fuera ausente;
Ni de la Gloria el templo reluciente
Cubriera del laurel la augusta rama.
Galileo, por tí, sorprendió un dia,
De la tierra el secreto más profundo;
Guillermo Tell batió la tiranía,
Y Francklin sujetó el rayo iracundo;
Guttemberg conqui.stó la Sabia vía;
Cristo, la libertad; Colon, un mundo.
C. R.
Fuente: Boletín Oficial del Gran Oriente de España, nº 19 de 15 de enero de 1872, p. 5.
LA MASONERÍA
I.
No era la fé ni la ciencia;
y era el hombre primitivo,
imbécil cadáver vivo
sin razón y sin conciencia.
Cegada la inteligencia,
de toda virtud desnuda,
la humanidad torpe y ruda
se arrastraba á su calvario
arropada en el sudario
de la ignorancia y la duda.
II.
Cumple el hombre su destino;
y al ir de su sino en pos,
un hombre, imagen de Dios,
cae enmedio del camino.
El sentimiento es mezquino,
son pobres las voluntades,
y á nadie mueve á piedades
su triste suerte precaria,
porque es el caido, el Paria
de las primeras edades.
III.
El hombre más vuelo toma;
siente más sangre en sus venas:
ya es vil esclavo en Atenas;
ya es mísero esclavo en Roma.
Otro porvenir asoma
tras su pasado de horrores;
ya lo juzgan sus señores
cual hombre, y puede servir
¡cuánto honor!... para morir
ante los emperadores.
IV.
Ya es digno el esclavo impío
de ir al Circo con las fieras:
ya es digno de las panteras, d
e los leones bravios.
Ya puede mostrar sus brios
en campañas sobrehumanas,
y dar sus carnes livianas
á las fieras destructoras,
porque diviertan sus horas
las meretrices romanas.
V.
Tras muchos siglos de males,
pasan los tiempos esquivos,
y se levantan altivos
los alcázares feudales.
Yacen rotos los dogales;
pasa la feroz tragedia,
y el yugo tanto no asedia;
que inspirando mas respeto
está al terruño sujeto
el Siervo de la Edad Media.
VI.
Y sufre el hombre sencillo
con voluntad resignada
el derecho de pernada
y la horca y el cuchillo.
Aunque avergüence el decirlo,
aceptando estos dolores
vive una vida de horrores
en penosos sacrificios,
para alimentar los vicios
de sus impuros señores.
VII.
Pero se hace la explosión;
el hombre siente una idea,
y su conciencia golpea
las puertas de su razón.
Su ropaje de abyección
salta soberbio en jirones;
vé un mundo de perfecciones,
y virilmente se forma
con la savia que transforma
las nuevas generaciones.
VIII.
Arde el fuego sobrehumano
que en su mente germinaba,
y el que Siervo se arrastraba
se levanta Ciudadano.
Con su poderosa mano,
de la justicia en el nombre
traza, porque al mundo asombre,
ardiendo en sublime llama,
el generoso programa
de los derechos del hombre.
IX.
Mas... ¿cuál fué la inspiración
que arrancó al pueblo la cruz,
y con torrentes de luz
llenó su imaginación?
Fué una gran asociación
que en el misterio vivía;
los que yo estrecho este dia
en abrazo fraternal.
Fué... el espíritu inmortal
de la FRANC-MASONERIA.
X.
Ella con su voluntad
y sus gigantes alientos,
hizo escombros los cimientos
de la vieja sociedad.
Ella de la humanidad
obtiene la gratitud;
pues con gran solicitud
hace, en sublime ejercicio,
calabozos para el vicio,
templos para la virtud.
Fuente; Boletín Oficial del Gran Oriente de España, nº 19 de 15 de enero de 1872, pp. 7 y 8.
ANTE EL SEPULCRO DE MI Q. H. JOSÉ MEDINA ESQUIVEL
Sol de la inspiración, rayo esplendente
de la eterna claridad, con tus fulgores
ven a alumbrar mi oscurecida mente…
Vertiendo en tomo tus brillantes galas
hasta mi sien benéfica desciende
¡Oh sacra Poesía!
Y en tus fúlgidas alas
se elevará mi ardiente fantasía
hasta llegar a las etéreas salas!
Ven, musa del dolor y del quebranto,
reviste con tu fúnebre sudario
el dolorido canto
que elevo, con el alma fervorosa,
al borde del sepulcro solitario
dó por siempre reposa
un apóstol del bien y de la ciencia,
a quien un clero impío
con bastarda y con ruin intransigencia,
con vil encono y con pasión impura
le negó una cristiana sepultura.
¡Pretender coartar de la conciencia
el libre sentimiento,
el querer limitar la inteligencia,
y el querer subyugar el pensamiento…
Es querer que detenga el océano
su eterno movimiento,
es pretender que el Teide prepotente
doblegue la cerviz, hunda la frente!
¡Oh santa libertad, soplo divino!
Cuánto, cuánto te adoro, y cuántos pechos
A tu mágico influjo peregrino
luchando sin cesar, al fin recobran
sus nobles y justísimos derechos!
Ved cuántos corazones
por tu fuego magnético influidos,
¡Oh libertad! te rinden sus canciones
y a tu acento redoblan sus latidos.
De la verdad, las ciencias y el progreso
estas las huestes son; en sus pendones
hay un lema seráfico que dice:
«Fraternidad Universal», los hombres
todos hermanos son, todos proceden
de un padre igual, del Arquitecto Grande
del Universo, y nunca, nunca pueden
hacerle el menor mal, sin que el Juez Sumo
la merecida cuenta les demande.
En El reside la verdad, la ciencia,
la justicia y la luz….la luz grandiosa
cuyo sacro destello ha iluminado
al par del corazón la inteligencia,
cual la lumbre del sol pura y radiosa
penetra de un cristal la transparencia.
También a ti, buen Esquivel amado
te iluminó esa luz. Tú penetraste
también en nuestros templos. Templos, recibiste
el abrazo fraterno, y nos amaste,
y nuestro hermano, nuestro hermano fuiste.
Tú los augustos símbolos tocaste,
tú, como buen obrero, con tus manos,
golpe tras golpe dando de mallete
sobre la piedra bruta, mereciste
toda la estimación de los hermanos!
Tú, buen padre, buen hijo, buen esposo,
buen patricio, perfecto ciudadano,
tú, el hombre probo, y noble y virtuoso,
ferviente sacerdote de la ciencia,
la paz y la razón; tú, que en tu vida
llevaste siempre pura la conciencia;
tú, el ser humanitario,
que con el alma casta, y encendida
en la cristiana fe que el Calvario
fue por el Gran Maestro difundida,
practicabas el bien, el bien tan sólo…
¡Y negarte, oh sarcasmo,
un ministro de Dios con negro dolo
la común sepultura…
Mientras tu alma hacia Dios volaba pura!
Al ver llevar la ira y la soberbia,
La infamia, la maldad, la hipocresía
más allá de la tumba oscura y fría…
Al ver tan reprobada intransigencia
¿quién con eco vibrante no diría:
«¡Viva la Fraternal Masonería!»
¿Quién no habrá de exclamar con noble acento?
«¡Plaza a la ilustración! ¡Paso a la ciencia!
¡Viva la libertad de pensamiento!
¡Viva la libertad de la conciencia!»
Santa Cruz, 17 de Marzo de 1877.
Elías Mugica y García, Poesías leídas ante el sepulcro de José Medina Esquivel y en la instalación de la Logia Esperanza de Orotava, Santa Cruz de Tenerife, 1877.
EN LA INSTALACIÓN DE LA R. L. ESPERANZA DE OROTAVA Nº 103.
AL OR.•. DEL PUERTO DE LA CRUZ
Era el principio del mundo;
los hombres con saña fiera
se enconaban fratricidas
en las más terribles guerras,
y era el mejor el más fuerte,
y el más noble el que tuviera
para vencer más fortuna,
para matar más destreza.
Y los hombres a millares
y las naciones enteras
no comprendían más gloria
ni más levantada idea
que verter sangre, tronchando
a miles las existencias.
Ni se conocían las artes,
ni se conocían las ciencias,
la ignorancia era absoluta,
la barbarie era completa:
hasta que un rayo divino
alumbra la inteligencia
de algunos hombres que sienten
nuevo ser y vida nueva.
Sienten hervir en el fondo
de sus dormidas conciencias
sentimientos fraternales,
humanitarias ideas;
júntanse, estréchanse, forman
una Asociación, y empiezan
a practicar las virtudes,
a ejercitarse en las ciencias,
a hacer florecer las artes
haciendo brillar las letras;
propagando por el mundo
la libertad verdadera,
y ejerciendo día y noche
la caridad más fraterna;
sembrando sanos principios,
vertiendo santas creencias;
dó quier levantando templos,
donde sólo el amor reina
sobre estas tres firmes base:
La Salud, la Unión, la Fuerza.
Albañiles se llamaron,
y en todas partes, do quiera,
se elevara un edificio
de arquitectura perfecta,
allí todos los congregados
de su saber daban muestras.
Luego, por sus mil bondades,
esta Asociación obrera
fue extendiendo por el orbe
su misteriosa cadena.
y no hubo un hombre eminente
que algo siendo, algo valiera,
y no hubo ni artista ni sabio,
filósofo, ni poeta.
que ardiendo sus corazones
en la virtud más austera,
no estuviesen afiliados
bajo tan santa bandera!
…………………………..
Pasan siglos y más siglos
con generaciones nuevas,
y mil tronos se levantan
y mil tronos se despeñan;
y se hunden los continentes
del mar en las simas negras,
y brotan desde sus senos
montañas, islas enteras;
se alza Roma poderosa,
cayendo la sabia Atenas
y Palmira se destruye,
y otras ciudades se elevan,
y todo, todo se cambia
sobre la faz de la tierra!...
sólo la Masonería
siempre grande y siempre inmensa,
resiste todos los choques,
las convulsiones más recias,
firme, compacta, inmutable
en medio de las tormentas.
¡Salve, Asociación augusta!
tú que practicas y siembras
las más ardientes virtudes
y la moral más completa.
Tú que calmas las angustias,
y socorres con la miseria,
tú que la orfandad protejes,
tú que la verdad enseñas!...
Y vosotros, oh! Masones
que con la fe más intensa
levantáis un nuevo templo
a la virtud y a las ciencias,
yo os saludo, yo os saludo
de cariño el alma llena!
¡Viva nuestra augusta Orden!
¡Fraternidad, Unión, Fuerza!
y así, queridos hermanos,
decid conmigo: «Que mientras
gire en sus ejes el mundo
y haya hombres sobre la tierra,
será la Masonería
la Asociación más inmensa,
la Sociedad más humana,
la Sociedad más perfecta!»
Elías Mugica y García
Santa Cruz, 1 de Abril de 1877
Hojas de papel
¡Con cuánta indiferencia se mira una cuartilla
sin ver que en sus entrañas va el germen de un tesoro!
¡Cuántas dichas da a veces una carta sencilla
que no se cambiarían por una mina de oro!
¿Qué fuera la palabra, la luz del pensamiento,
sin el papel que acoge su vida y la perdura?
Un grito que se pierde con el rumor del viento
o un rayo que un instante brilla en la noche obscura.
El corazón, a veces, como el mejor amigo
cuenta al papel sus cuitas, sus sueños y alegrías
seguro de que siempre será el más fiel testigo
de todo cuanto sabe de los pasados días.
El arte en él vacía sus bellas concepciones
y el alma sus mensajes que dulce amor perfuma,
y es su blancura misma para los corazones
de nieve, con la pena; con la ilusión, de espuma.
Hoja no escrita es huerto que, sin ser cultivado,
Anhelos maternales dentro del seno anida,
en tanto mudo espera la reja del arado
que trace el pentagrama del himno de la vida.
Y el labrador entonces que con ruda fatiga
en el virginal predio sus ternezas derrama,
ve surgir una nota por cada rubia espiga
y un canto de esperanza en cada verde rama.
La misma superficie del mar, cuando tan suaves
las olas sin espumas refulgen como acero,
es hoja luminosa donde escriben las naves
las hondas emociones del alma del viajero.
Páginas engañosas para los emigrantes
en las que ilusos leen futuras bienandanzas,
creyendo que en los surcos de las quillas cortantes
sepultan infortunios y siembran esperanzas.
Parece el papel blanco como una alegoría
de la Nada, el constante cavilar de la duda,
y tiene algo de abismo y da la impresión fría
de losa funeraria, sin epitafio, muda.
Mirándolo impoluto, mil veces imagino
Sobre el cambio de suerte que le daría unos trazos
o si tal vez mañana no tendrá más destino
que ver, cual mariposa, volando sus pedazos.
No siempre al bien se presta, también al mal se inclina,
que es el papel lo mismo que lámina de acero
de la que hacerse puede la daga florentina
o la brillante espada de noble caballero.
Y muchas veces mancha su nitidez de nieve
el tacto repugnante de venenosa mano,
y es portador entonces de la calumnia aleve,
de torpes invectivas o anónimo villano.
Su misión es más noble y habrá ignorada pluma
que engendre en sus entrañas la vida, el movimiento,
salpicando su virgen vestidura de espuma
con el polen fecundo de un genial pensamiento.
¡Un poeta, lo mismo que el rey aventurero
que dar quiso su reino por un veloz corcel,
también cambiara el trono, no un trono, el mundo entero
por la gloria que duerme sobre el blanco papel!
Guillermo Perera y Álvarez (1865-1926)