Elizabeth St. Leger era la hija de Arthur St. Leger, primer Vizconde de Doneraile y de su esposa, Elizabeth Hayes.

En torno al año 1710, durante la tenida de una logia presidida por Lord Doneraile, su hija Elizabeth St. Leger, por accidente o curiosidad, presenció desde la habitación contigua, una parte de las ceremonias masónicas. Descubierta la indiscreción, se decidió llevar a cabo el único camino posible dadas las circunstancias. Se acordó iniciar a la señorita.

Dicho relato fue publicado por John McMaster, uno de sus descendientes, en un libro de memorias de su vida, publicado en Cork en 1811: "Parte de la pared que dividía las habitaciones de la logia y de la biblioteca estaba siendo retirada con el fin de hacer un arco que comunicara ambas habitaciones. El vizconde Doneraile y otros se reunieron en la habitación de la logia masónica con el fin de conferir grados. Sin embargo, esa tarde en particular, Elizabeth St. Leger había estado leyendo en la ventana de la biblioteca y, a la luz de la tarde de invierno, se quedó dormida. Despertada por el sonido de voces en la habitación de al lado y por curiosidad Miss Leger desplazó algunos ladrillos sueltos para ver las actuaciones de la logia y allí permaneció durante largo rato. Casi al final de la ceremonia, una vez descubierta, los miembros de la logia discutieron durante largo tiempo la solución que habían de adoptar. Finalmente, se explicó a Elizabeth St. Leger las grandes responsabilidades que había tomado sin saberlo ella misma y que no cabía otra opción que ser iniciada y absolver el juramento masónico”.

Lo más probable es que el relato sea cierto en cuanto a la indiscreción de Elizabeth St. Leger, pero es muy improbable que la la solución adoptada fuera la de iniciarla. Todo parece indicar que a partir de tal "acontecimiento", medio en broma o medio en serio, los sucesores Elizabeth St. Leger crearon una de tantas leyendas que suelen circular en todas las familias.