Los cuatro santos coronados

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Sala-IV: Orígenes de la masonería

LOS CUATRO SANTOS CORONADOS

Las fiestas de los dos San Juan, el Evangelista y el Bautista de la tradición cristiana, identificados con los solsticios de invierno y verano, el “Juan que ríe” y el “Juan que llora” de la tradición popular, y con el dios Jano de la tradición romana de los collegia fabrorum, son las dos fiestas que aún conserva la Masonería moderna, heredadas de la antigua Masonería medieval.

Sin embargo, otra celebración importante para la antigua Masonería de oficio fue, hasta el mismo siglo XVIII, la fiesta de los Santos Coronados, también conocidos como los Cuatro Santos Coronados, por ser cuatro, de nombres Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino, los santos mártires que murieron en tiempos del emperador Diocleciano, azotados con plomadas por negarse a esculpir ídolos paganos; esto según cuenta la Leyenda dorada del dominico Jacobo de la Vorágine, escrita en el siglo XIII, junto a la del martirologio cristiano del monje inglés Beda el Venerable, del siglo VIII, que fueron las versiones que eligieron para sí los gremios de constructores, pese a que la advocación, dada su antigüedad, tuvo también otras variantes en su origen y otros nombres que dejaremos aparte. Su festividad fue fijada en el siglo IV por el Papa Melquíades en el octavo día tras la fiesta de Todos los Santos, o sea el 8 de noviembre, siendo representados con los útiles propios de su oficio, es decir, escuadra, compás, escoda de picapedrero, etc., pues según dice su hagiografía eran trabajadores de las canteras que el emperador Diocleciano poseía en Panonia, en la región del Danubio medio.

Su devoción, extendida pronto por toda Europa, y su oficio, talladores de piedra o escultores, hizo que fueran adoptados como santos patronos de las corporaciones de constructores, de tal modo que es posible rastrear la importancia de su festividad y de su culto, entre los gremios de masones a través de sus antiguos textos y estatutos, conocidos como Old Charges, en inglés, o “Antiguos Deberes”. En los Estatutos de la Asociación de Talladores de Piedras de Ratisbona, de 1459, se dice: «En el nombre de Dios, Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y Santa María, madre de Dios, de sus bienaventurados santos servidores, los cuatro santos coronados de eterna memoria, consideramos que para conservar la amistad unión y obediencia, fundamento de todo bien, de toda utilidad y provecho para todos, príncipes, condes, señores, localidades y conventos, en el presente y en el futuro, Iglesias, edificios de piedra o construcciones, debemos constituir una comunidad fraternal». También son citados en los Estatutos de la Compañía de Constructores de Londres, redactada en 1481, donde se especifica que en el día de su festividad todos los miembros del gremio están obligados a celebrarla con una misa. Pero donde aparecen nombrados con mayor extensión y prolijidad es en el manuscrito Regius, fechado en 1390 dice así:

«Oremos a Dios omnipotente y su madre María, a fin de que podamos seguir estos artículos y los puntos, todos juntos, como hicieron los cuatro santos mártires, que en este oficio tuvieron gran estima. Fueron ellos tan buenos masones como pueda hallarse sobre la tierra, escultores e imagineros también eran, por ser de los obreros los mejores, y en gran estima el emperador los tenía; deseó éste que hicieran una estatua que en su honor se venerara; tales monumentos en su tiempo poseía para desviar al pueblo de la ley de Cristo. Pero ellos firmes permanecieron en la ley de Cristo, y sin compromisos en su oficio; amaban bien a Dios y a su enseñanza, y se habían volcado a su servicio para siempre. En aquel tiempo fueron hombres de verdad, y rectamente vivieron en la ley de Dios; ídolos se negaron a erigir, y por muchos beneficios que pudieran reunir; no tomaron a este ídolo por su Dios y rechazaron su construcción, pese a su cólera; por no renegar de su verdadera fe y creer en su falsa ley, sin demora el emperador los hizo detener, y en una profunda cárcel los encerró; cuanto más cruelmente los castigaba, más en la gracia de Dios se regocijaban. Viendo entonces que nada podía les dejo ir a la muerte; quien lo desee, en el libro puede leer de la leyenda de los santos, los nombres de los Cuatro Coronados. Su fiesta es bien conocida por todos, el octavo día tras Todos los Santos.»

Aún hoy día se pueden ver multitud de restos y detalles de su iconografía en las capillas de catedrales e iglesias de toda Europa construidas desde la Edad Media hasta el siglo XVIII.

Uno de los rasgos más significativos de la advocación de los Cuatro Santos Coronados es justamente la elección precisa de su número, sobretodo cuando diferentes versiones iniciales de la leyenda varían de entre 5 y 9 los nombres de los santos que se barajan, hasta que su culto queda finalmente reducido y fijado a 4 mártires. Los ritos que se llevan a cabo a la hora de diseñar y construir un edificio, tales como la colocación de la primera o la última piedras, son una imitación del orden y los ritmos del Cosmos, así como de la labor y sacrificio del Principio divino al dar lugar a la manifestación, lo cual se refleja en la dimensión cósmica que toma cuerpo a su vez en múltiples formas arquitectónicas, haciendo de la construcción del edificio una verdadera imitación de la creación del mundo. Así, mientras las formas circulares, o esféricas relacionadas con el arco o la cúpula se identifican con el cielo, las formas cuadradas o cúbicas, relacionadas con la base y los cimientos del edificio se relacionan con la tierra. La construcción del edificio se ve entonces como el retorno y dependencia de la multiplicidad de la manifestación, equivalente a los 4 ángulos o piedras de fundación de la base, con la unidad del Principio creador, equivalente a la clave del arco o la piedra angular de la sumidad de la cúpula, siendo esta operación la inversa al paso de la unidad del Principio a la multiplicidad de la manifestación, obra directa del Gran Arquitecto del Universo en la Creación. Estas dos operaciones, solidarias de la solución y la coagulación herméticas, se asociaban en Geometría a los problemas de la circulación del cuadrado y la cuadratura del círculo, respectivamente. Y, de igual manera que los 4 elementos de la naturaleza, fuego, tierra, aire y agua, que componen el mundo parten o se reúnen en una quintaesencia, las 4 piedras fundamentales sobre las que se asienta el edificio, orientadas según los ángulos intermedios a los 4 puntos cardinales, deben reunirse y ordenarse en la sumidad de la piedra angular donde el conjunto del edificio encuentra su trabazón y es llevado a su perfección; piedra angular que, como dice la Sagrada Escritura, había sido rechaza por los albañiles al inicio de la construcción.

La colocación por tanto de la primer piedra del edificio, o piedra fundamental, se llevaba a cabo en el ángulo noreste, lugar donde hoy se sitúa en nuestra logia el aprendiz masón al término de su iniciación, representando la salida del sol; el resto de las 3 piedras de fundación que delimitaban el contorno y la base del edificio eran colocadas siguiendo el recorrido del sol: la segunda al sureste, la tercera al suroeste y la cuarta al noroeste.

Lejos por tanto del capricho, o del azar, el hecho de que la advocación señale a 4 el número de los Santos Coronados y no otro, obedece a la identificación de estos mártires, patrones del oficio de la masonería, con el simbolismo y rito de la colocación de las 4 piedras de fundación, identificadas con el simbolismo de la tierra y con el arte de la escuadra, que es la herramienta con la que se escuadran los bloques de piedra, sobre los que se alza la base de la edificación; mientras el compás se dedica a las labores del trazado de arcos, bóvedas y cúpulas, las cuales representan el cielo en la construcción. Precisamente, en la antigua Masonería de oficio, existían dos grandes divisiones, recibiendo el nombre de Masonería de la Escuadra, aquella en la que sus miembros solamente dominaban los conocimientos que permitían establecer los cimientos, en base a la orientación sobre los 4 puntos cardinales y la correspondiente delimitación de los Landmarks, o postes, de la edificación sobre el terreno, realizando luego las elevaciones sobre esta base; mientras que se conocía con el nombre de Masonería del Arco, a aquellos masones, que habiendo pasado del dominio de la escuadra al compás, poseían además los conocimientos para edificar la techumbre que cubriría el edificio, mediante arcos, bóvedas y cúpulas.

Esta identificación de los Cuatro Santos Coronados con las 4 piedras de fundación del edificio aparece señalada en muchas de las capillas dedicas a éstos, donde sus efigies aparecen representadas, reunidas los 4, en la piedra angular que corona la cúpula de tales capillas, dando precisamente a entender que esta piedra, identificada según los 4 Evangelios con Cristo, o con el Gran Arquitecto del Universo, supone la reunión de las 4 piedras de fundación del edificio, cuyo entramado está ordenado a ella, representando el retorno a la unidad del Principio, y reconociendo que el mundo encuentra sus fundamentados gracias a Él, el Principio del que depende todo.