Asignaturas - Master 240501

Asignaturas - Master 240501

Código Asignatura: 24400659

PRESENTACIÓN Y CONTEXTUALIZACIÓN

NARRATIVA DEL SIGLO DE ORO
24400659
2024/2025
TÍTULOS DE MASTER EN QUE SE IMPARTE MÁSTER UNIVERSITARIO EN FORMACIÓN E INVESTIGACIÓN LITERARIA Y TEATRAL EN EL CONTEXTO EUROPEO
CONTENIDOS
5
125
SEMESTRE 1
CASTELLANO

El equipo docente de esta asignatura está formado en el curso 2024/2025 por la Dra. Nieves Baranda Leturio, catedrática, que ha dedicado muchas de sus investigaciones a la prosa del Siglo de Oro: la ficción  caballeresca, libros de viajes, autobiografías, literatura didáctica, cartas o traducciones. Ha trabajado con metodologías de crítica textual para la edición de textos, estudios culturales, sociológicas y humanidades digitales Desde 2004 dirige el proyecto de investigación BIESES (Bibliografía de Escritoras Españolas (https://www.bieses.net/), pionero en el campo de la escritura de mujeres hasta el siglo XIX y en la aplicación de metodologías de las humanidades digitales a los estudios literarios.

Como docente, ha impartido cursos sobre la literatura española de la Edad Media y del Siglo de Oro, el Renacimiento principalmente. Durante el períiodo 2018-2023 fue Agregada de Educación de España en Nueva York, después del cual se ha reintegrado a su trabajo docente en la UNED.

1. Encuadramiento de la asignatura dentro del plan de estudios de la titulación y competencias asignadas en el marco del plan formativo

Esta asignatura pertenece al Módulo de Especialidad "Metodologías, Teorías y Técnicas de Investigación en la Literatura Española e Hispanoamericana" (5 créditos) que se inscribe en el Máster “Formación e investigación literaria y teatral en el contexto europeo”, ofrecido por el Departamento de Literatura española y Teoría de la Literatura de la UNED, dentro del Programa de Posgrado de la Facultad de Filología de esta Universidad.

Tiene 5 créditos y ofrece un panorama general y diacrónico de la narrativa en los siglos XVI y XVII, basado en el análisis personal de algunos autores y textos representativos de diferentes tendencias habitualmente señaladas por la crítica (ficción, realismo, costumbrismo, alegoría, sátira, didáctica). Esta asignatura  propone que el/ la estudiante, por medio de la lectura personal, informada y reflexiva de las obras,  ahonde en aspectos culturales, sociales y literarios de la narrativa áurea, a través del conocimiento de algunas obras del periodo y de algunos de sus autores.

    
2. Perfil del estudiante al que va dirigido
Esta materia va dirigida a todo estudiante interesado en adquirir una formación especializada en la metodología e investigación de la literatura española e hispanoamericana. 


3. Justificación de la relevancia de la asignatura

La imprtancia de la narrativa del Siglo de Oro en ocasiones parece quedar relegada a un segundo lugar respecto de otros géneros del período, como el teatro y la poesía, que alcanzaron durante los siglos XVI y XVII un desarrollo y una originalidad extraordinarios. Sin embargo, basta pensar en el Lazarillo y en el Quijote, por poner solo dos de sus ejemplos más representativos, para tener una idea de hasta qué punto también la ficción española del periodo áureo marcó un antes y un después en el desarrollo occidental del género.

Dejando a un lado la obra maestra cervantina, cuya influencia se hará evidente sobre todo en el siglo siguiente y más en Europa que en España, tampoco el ejemplo del Lazarillo (1554), a pesar de su éxito inmediato, fue cabalmente entendido hasta que en 1599 se publicó el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (la segunda parte es de 1604). Será él quien establecerá definitivamente el molde de lo que conocemos como "la picaresca" que se plasma a partir de ese momento en obras como El Buscón (1626) de Francisco de Quevedo, Marcos de Obregón (1618) de  Vicente Espinel, etc. Un género que se desarrolla introduciendo novedades como el protagonista femenino en  La pícara Justina (1605) de Francisco López de Úbeda, La hija de Celestina (1612) de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo o La garduña de Sevilla (1642) de Alonso de Castillo Solórzano; y que no se limita a novelas independientes, sino que se inserta en obras de otros géneros, incluido el teatro.

No obstante, no podemos olvidar que estas obras de carácter realista se difunden a la vez que géneros que optan por temas donde los personajes viven en mundos idealizados, que interesan a los lectores porque les permiten explorar conceptos filosóficos o actúan como proyecciones simbólicas de sus aspiraciones. Los más populares de estos géneros fueron los libros de caballerías (Amadís de Gaula, 1508, de Garci Rodríguez de Montalvo, el Palmerín de Oliva, 1511 y otros títulos de he´roes famosos que dan lugar a series de continuaciones en sagas), los libros de pastores (La Diana, 1559, de Jorge de Montemayor, El pastor de Fílida, 1582, de Luis Gálvez de Montalvo, la Galatea, 1585, de Cervantes, la Arcadia, 1598, de Lope de Vega, el Siglo de Oro en las selvas de Erifile, 1608, de Bernardo de Balbuena, etc.), la novela bizantina (la Selva de aventuras, 1565, de Jerónimo de Contreras, el Persiles y Sigismunda ,1617, de Cervantes, etc.), así como la sentimental, continuadora de la tradición del siglo anterior (Proceso de cartas de amores, 1548, de Juan de Segura) o la novela morisca (Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa, 1561) etc. responden a la mentalidad y a los gustos de la época y tuvieron gran aceptación en su momento, con frecuencia incluso fuera de nuestras fronteras. Recordemos que, por ejemplo, la Cárcel de amor y el Arnalte y Lucenda de Diego de San Pedro, así como otras de su género, aún fueron publicadas durante el s. XVI en España y en Europa; de manera parecida;  la Diana de Montemayor fue reeditada más de veinte veces en el s. XVI y que aún gozó de varias en el XVII (sin contar con las traducciones a las principales lenguas europeas); los libros de Amadís y Palmerín fueron traducidos al italliano, francés, alemán o inglés generando sus propias imitaciones (Bernardo Tasso, Amadigi, poema épico) e incluso el Amadís de Gaula se convirtió en un verdadero manual de cortesanía para los caballeros franceses, y que alcanzó tal éxito en Italia que

Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que, frente al enorme éxito que tuvieron en su tiempo, a menudo esta literatura de tipo idealista ha ido perdiendo actualidad y separándose del gusto contemporáneo, hasta el punto de que ha sido excluida del canon moderno. Basta ver cualquier manual de literatura de la ESO y del bachillerato para darse cuenta de que prácticamente no se menciona o lo hace de pasada; pero es que, incluso en niveles universitarios, a menudo no forma parte de las lecturas obligatorias que cualquier estudiante de filología tiene que hacer a lo largo de su carrera, en parte "expulsadas" por su larga extensión más que no por la falta de interés.

Por su parte, el estudio de la novela corta en español plantea un conocido problema metodológico previo. Es de sobra conocido cómo la mayor parte de las lenguas de nuestro entorno existen dos términos distintos para designar dos géneros narrativos de ficción según su extensión sea más larga o mediana (en italiano: romanzo y novella; o en francés: roman y nouvelle; etc.); en cambio, en el caso de la literatura española solemos distinguir ambos conceptos recurriendo a la misma palabra, pero añadiendo, en el caso de la narrativa de mayor extensión que el cuento pero que no supera unas ciertas dimensiones, un adjetivo: novela corta. El motivo de este desajuste se debió a la imposibilidad que se dio entre nosotros de adaptar las palabras romanzo, roman a nuestra lengua, debido a la existencia del término romance para designar un género poético de gran tradición. No obstante, no debemos olvidar que, además de una diferencia en cuanto a la extensión, ambos géneros responden a tradiciones y códigos distintos.

La palabra novela fue adaptada en los s. XIV-XV del italiano, donde Boccaccio había denominado novelle a las narraciones contenidas en el Decamerón, con el mismo significado (por ejemplo, Juan Rodríguez del Padrón la usa para designar su Siervo libre de amor), mientras que se prefería la palabra libro (o incluso tratado) para las narraciones más extensas (Tratado de Arnalte y Lucenda, obras de caballerías). Poco a poco, el término fue perdiendo una significación clara y, así, podía usarse como sinónimo de historia, cuento, ejemplo, patraña, etc. Hasta llegar a Cervantes, quien en el prólogo a sus Novelas ejemplares declara: “Yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguas extranjeras”. A partir de él el término se asentó definitivamente en nuestra lengua. Sin embargo, seguía existiendo cierta indeterminación fruto de la falta de prestigio que arrastraba una literatura que se consideraba de puro entretenimiento y carente de moralización. Esta distinción se ve claramente en El pasajero (1617) de Suárez de Figueroa:

DOCTOR: Por novelas al uso entiendo ciertas patrañas o consejas propias del brasero en tiempo de frío, que, en suma, vienen a ser unas bien compuestas fábulas, unas artificiosas mentiras […] Las novelas, tomadas con el rigor que se debe, es una composición ingeniosísima cuyo ejemplo obliga a imitación o escarmiento. No ha de ser simple ni desnuda, sino mañosa y vestida de sentencias, documentos y todo lo demás que puede ministrar la prudente filosofía.

DON LUIS: Pues si ha de tener semejantes requisitos, pasemos adelante; que me juzgo insuficiente para novelar.

De esta manera, desde mediados del s. XVII, con la decadencia posterior del género de la novela a la italiana, la palabra se empieza a usar de manera generalizada para designar a las narraciones de ficción de gran extensión.

Quizá como resto de esos prejuicios, la novela corta (también denominada novela cortesana) ha sido considerada durante demasiado tiempo como una forma menor dentro de la gran narrativa del Siglo de Oro, pese a que incluye un considerable número de obras y autores que disfrutaron de un importante éxito en su época, como lMaría de Zayas, cuyas obras se tradujeron al francés.

Aunque a veces se ha descalificado a sus autores como epígonos de la gran narrativa áurea, lo cierto que a este género se dedicaron entre otros Miguel de Cervantes (Novelas ejemplares, 1613), Lope de Vega (Novelas a Marcia Leonarda), Tirso de Molina (Deleitar aprovechando, 1635; Los cigarrales de Toledo, 1621), María de Zayas (Novelas amorosas y ejemplares, 1637; Desengaños de amor, 1647), Alonso de Castillo Solórzano (Tardes entretenidas, 1625), etc.

Junto a la tradicición del relato corto culto, literario, fluye una corriente de cuento tradicional, para el cual podemos remitirnos tanto a la tradición de los exempla, apólogos, cuentos, etc. de origen medieval (Disciplina clericalis de Pero Alfonso, El Conde Lucanor de Don Juan Manuel, etc.), como a una influencia italiana cada vez más importante durante el s. XVI (el Decamerón de Boccaccio, las Novelle de Mateo Bandello, etc.), presente, por ejemplo, en El patrañuelo (1566) de Juan de Timoneda, así como en una gran cantidad de textos que no pueden ser considerados estrictamente de ficción (diálogos, misceláneas al estilo de la Silva de varia lección de Pedro Mexía, etc.), en los que se incluían pequeñas narraciones con el fin de amenizar la lectura. Estos relatos son parte consustancial de la prosa didáctica, que incluye diálogos, epístolas, misceláneas, etc. y que disfrutaron de un gran éxito en su momento. Autores como Pero Mexía (Flores de varia poesía, 1540), Antonio de Torquemada (Jardín de flores curiosas, 1570), etc.) sobresalen en el cultivo de este género en el siglo XVI. Son obras que, en sus ejemplos más apreciados, a menudo, intentan aligerar su carácter didáctico incluyendo refranes, anécdotas, facecias, etc. y, así, divertir al público lector. También en el s. XVII estos géneros siguieron dando frutos de gran importancia; pero fueron también renovando ideas y géneros que a veces provenían de la centuria anterior y dando entrada a materiales nuevos y nuevas filosofías que respondían a la nueva sensibilidad del momento, como la sátira menipea, el neoestoicismo, la literatura emblemática, etc. (los Sueños, 1627, de Quevedo, El discreto, 1646, de Gracián, Empresas políticas, 1640, de Diego de Saavedra Fajardo, etc.).


4. Relación de la asignatura con el ámbito profesional y de investigación
El estudio de la Narrativa del Siglo de Oro está relacionado con el de la investigación para la obtención del Doctorado y la especialización en la historia de la literatura. En el campo de la enseñanza, contribuye de manera importante a la capacitación profesional de los docentes de los niveles medio y superior; y en el ámbito de la crítica literaria, tanto científica como divulgativa (medios periodísticos), permite una mejor comprensión y base formativa imprescindible para comprender el universo cutural o social de la época moderna (siglo XVI en adelante) y  la novela de nuestros días. Asimismo, la asignatura está relacionada en las actividades del campo editorial y, como formación personal, permite la posibilidad de informarse directamente de temas historiográficos de la época y así poder tener un espíritu crítico; y prepara al alumno para que pueda realizar sus propias creaciones a partir de las diferentes formas, técnicas y estructuras que surgen en esta época y constituyen bases de este género en la época moderna y contemporánea.