asignatura master 2024

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AUTONOMÍA, DEPENDENCIA Y DISCAPACIDAD: TENDENCIAS DE FUTURO

Código Asignatura: 2661208-

PRESENTACIÓN Y CONTEXTUALIZACIÓN

AUTONOMÍA, DEPENDENCIA Y DISCAPACIDAD: TENDENCIAS DE FUTURO
2661208-
2023/2024
TÍTULOS DE MASTER EN QUE SE IMPARTE MÁSTER UNIVERSITARIO EN TRABAJO SOCIAL, ESTADO DEL BIENESTAR Y METODOLOGÍAS DE INTERVENCIÓN SOCIAL
CONTENIDOS
6
150
SEMESTRE 2
CASTELLANO

¿De qué hablamos cuando hablamos de discapacidad? ¿Nos estamos refiriendo a un diagnóstico médico? ¿Se trata de una condición física, de una posición social, de una identidad política…? Hoy en día, bajo el vocablo “discapacidad” conviven todas estas definiciones.

La discapacidad no es una realidad ontológica incuestionable, sino un entramado de discursos y prácticas sociales que varían socio-históricamente y vuelven determinada superficie corporal inteligible. Fruto de esa variabilidad histórica, y del proceso de autoenunciación que promueven los activismos en primera a persona, a día de hoy, sería problemático afirmar, por ejemplo, que la sordera es una discapacidad (ya que una parte de la comunidad sorda se reivindica como una minoría cultural) o que lo es el autismo. La cuestión se complejiza, también, cuando pensamos en las personas mayores dependientes o las diagnosticadas con trastorno mental, ¿son todas ellas discapacitadas?

Hay, por tanto, una disputa sobre quiénes integrarían el sujeto discapacitado, que desde una definición biomédica podría parecer sencilla de responder, pero que desde una perspectiva de ciencias sociales requiere de una reflexión profunda. La categoría discapacidad responde a una lógica biopolítica e histórica de gestión de la diferencia, que ha ido variando quiénes eran considerados discapacitados, deficientes o anormales (todos ellos términos históricamente presentes en la legislación española). Asimismo, es importante mencionar que los diferentes paradigmas que definen la discapacidad no se sobreponen históricamente, sino que coexisten en los discursos y prácticas sociales actuales. La cuestión de la terminología, así como de la acotación conceptual, no es baladí ya que configura la definición de las políticas públicas, las iniciativas legislativas y los planes de intervención social.

Por ello, es fundamental conocer los diferentes modelos de comprensión de la discapacidad, tanto a nivel teórico como activista, para entender los presupuestos y prescripciones que subyacen a la intervención social con este colectivo. Solo de esta manera podremos abordar el Trabajo Social con personas con discapacidad desde una perspectiva crítica que nos permita potenciar su autonomía personal y su inclusión en la sociedad.

En este sentido, la perspectiva feminista es clave. La deshumanización de las personas “menos capaces”, tanto las personas con DF como las personas mayores ha tenido su evidencia más trágica y palpable durante la pandemia de la Covid-19, periodo en el que han sido aislados, minorizados y, en demasiadas ocasiones, abandonados a la espera de la muerte. Esta situación no desvela solo el capacitismo y edadismo imperante, sino en sí la devaluación de los cuidados. Todo lo que rodea a esta práctica feminizada y precarizada, se tiñe de abnegación e instinto y se abandona tanto a quienes les toca proveer los cuidados como a quienes los precisan. Por tanto, las mujeres y las personas con diversidad funcional, ambas ancladas en posiciones naturalizadas (las primeras como cuidadoras, las segundas como cuidadas) no son colectivos enfrentados, son unidades relaciones abandonadas a la deriva neoliberal que precisan aliarse en esta lucha.

El Trabajo Social no puede limitarse a la aplicación irreflexiva de normativas y protocolos, sino que debe ser responsable con los efectos, a gran y pequeña escala, de sus acciones. En el caso del trabajo con personas con diversidad funcional es imprescindible conocer los postulados teóricos de los Estudios Críticos de la Discapacidad, así como la genealogía y desarrollo del MVI, para promover su empoderamiento y toma de decisiones. Dicha actuación, que constituiría la base de un Trabajo Social anti-capacitista, debe estar situada no solo en un marco teórico, sino en un marco legal y normativo que tenga en cuenta las actualizaciones legislativas en pro de la vida independiente. Hoy en día, nuestro ordenamiento jurídico promueve explícitamente la desinstitucionalización, la toma de decisiones en primera persona y la asistencia personal, faltan profesionales comprometidos con su aplicación.