En el primer tema se presentan las claves del contexto de crisis e implosión de la Unión Soviética. Es relevante interiorizar que, con la desintegración de la URSS, la sociedad rusa experimentó cuatro transiciones: la del sistema político, la del sistema económico, la estatal, y la de la inserción de ese nuevo estado en el sistema internacional de posguerra fría. En este tema se analizan el fracaso de la Perestroika y la Glasnost, la desintegración de la Unión Soviética, la problemática transición de la Federación Rusa a la democracia liberal y la economía de mercado; y, por último, la inserción de la Federación Rusa en el sistema internacional.

El tema profundiza en el sistema de gobierno de la Federación Rusa tras las distintas reformas implementadas durante el liderazgo de Vladimir Putin. Un sistema de gobierno formalmente semipresidencial, pero que, en los hechos, debido a la suma privilegios reservados al ejecutivo y elementos de informalidad institucional, se caracteriza por su hiperpresidencialismo. Un sistema en el que el principio de división de poderes queda dislocado a favor del ejecutivo frente a los poderes legislativo y judicial.

El tema aborda la forma de estado, sobre el papel un estado federal, que en los hechos no funciona como tal. La capacidad del ejecutivo para implementar reformas en la distribución jerárquica del poder y de competencias en la política territorial ha conducido a una fuerte centralización de la toma de decisiones. Una “vertical de poder”, no obstante, frágil al hacer efectiva la legislación federal en las repúblicas, soportando importantes dosis de informalidad institucional.

Este tema profundiza en el análisis de distintas dimensiones institucionales claves para medir la calidad de un régimen político en el eje democracia liberal- autoritarismo: sistema de partidos, las relaciones Estado-sociedad civil y los medios de comunicación. Aspectos en los que la presidencia de Vladimir Putin ha contribuido a estrechar el control del ejecutivo y los aparatos del Estado, transitando desde niveles de una democracia defectuosa, o régimen híbrido, a uno inequívocamente autoritario.   

 En la siempre desigual distribución de influencia y participación política entre élites y masas, el caso ruso es un ejemplo de beneficio desproporcionado para las primeras. Dadas las altas dosis de informalidad institucional, frente a la escasa influencia efectiva de los partidos políticos, los principales agregados colectivos que pugnan por distribuirse el poder son redes de élites y patronazgo. En este tema se profundiza en la acción de los principales grupos oligárquicos; otras redes cuyos miembros pertenecen a los distintos cuerpos de seguridad del Estado, los siloviki; así como en esquemas de corrupción penetrados por el crimen organizado.

Rusia es un estado multinacional, multiétnico y, a pesar de una mayoría ortodoxa, en el que persiste una fuerte pluralidad religiosa. En este tema se abordará el conocimiento de esta realidad compleja y sus fuentes de conflicto. Se enfatiza la deriva del régimen político ruso como uno nacional conservador en el que la Iglesia Ortodoxa juega un importante papel como proveedor de valores y principios morales.

Rusia es una sociedad compleja que en las últimas décadas ha experimentado poderosos cambios estructurales en distintas dimensiones. En el tema se prioriza comprender aquellas que tienen que ver con la estructura social, la desigualdad y la demografía.

Existe un gran consenso al respecto de la relevancia en la política exterior rusa de distintos rasgos de su identidad como estado, destacando su identidad como gran potencia, la Derzhavnost. En el tema se profundizará en ello y en la querencia de Rusia por un orden multipolar como estructura de orden internacional. Un orden que supere la unipolaridad asociada a unilateralidad de los EE.UU., basado en la distribución del poder plural entre un número reducido de grandes potencias, y por tanto no por ello democrática.

En este tema se abordan la política exterior y de seguridad profundizando en sus principales documentos doctrinales, sus objetivos y los medios para llevarlos a cabo, identificación de amenazas y los instrumentos para contrarrestarlas.

La Federación Rusa tiene una relación compleja y antitética con el resto de antiguas repúblicas soviéticas, su denominado “Extranjero cercano” (Blizhnee zarubezhe). Buena parte de los otros catorce estados postsoviéticos, de un modo u otro, han pertenecido previamente al Imperio Ruso. Tras la desintegración de la URSS, la Federación Rusa ha intentado liderar proyectos de integración (económica, política, o militar) que le permitiera mantener el liderazgo en su tradicional esfera de influencia. Sus esfuerzos tienen un resultado ambivalente: si bien ha sido capaz de implementar iniciativas como la Unión Económica Euroasiática, o el Tratado de Seguridad Colectiva; las presiones para sumarse a sus proyectos han levantado suspicacias en sus vecinos, elevando el clima de conflictividad cuando existían proyectos regionales competitivos como la Unión Europea o la OTAN.  

Las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea se encuentran en su peor momento desde el final de la Guerra Fría. Durante años las fuentes de competición y rivalidad han sido compensadas, o al menos aminoradas, por la existencia de áreas de necesaria cooperación, y relaciones de interdependencia, como por ejemplo en el mercado energético. A consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, y la guerra abierta tras ella, en la deriva de las relaciones entre Rusia y la UE se impone un escenario de confrontación y enemistad. El tema profundiza en el desarrollo histórico de estas relaciones y los principales factores intervinientes.