
Trastornos alimentarios
Evolución psicológica e influencia en las pautas y hábitos alimentarios
La adolescencia se presenta como una etapa de cambios, de poca estabilidad emocional, en la que la adquisición o abandono de hábitos depende más de la "moda" que de decisiones propias.
Esta situación, que se da en otros aspectos de la vida de los jóvenes, también se refleja en la alimentación.
Suele ser una etapa en la que prima el deseo por la comida de cafetería, los bocadillos, las hamburguesas, etc. Esto supone el abandono de la "buena comida de casa" para pasar al "yo como lo que me gusta".
Esta situación de poca estabilidad psicosocial lleva a cuestionarse a "uno mismo". Es el momento de la vida en que uno se acepta o no tal como es: gordo, flaco, alto, bajo, etc. Pero en este aspecto también influye la moda y así empiezan los problemas: estoy gorda, tengo mucho de aquí, poco de allá y un largo etcétera.
Con tantas cosas en la cabeza, los adolescentes olvidan, con demasiada frecuencia, que para vivir sano es muy importante una dieta sana, equilibrada y suficiente. Este olvido está llevando a un elevado índice de trastornos alimentarios que comprometen mucho la salud.
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Desde 1985, NIH definió la obesidad como un exceso de grasa o, lo que es lo mismo, un exceso de tejido graso sobre la composición corporal normal, que depende de la talla, el sexo y la edad. Son muchas las razones por las que se intenta explicar la aparición de este trastorno de la salud.
La sobrenutrición obedece a la incorporación de energía por encima de las necesidades. Todo exceso calórico, independientemente de que proceda en forma de grasa, carbohidratos o proteína se almacenará en forma de grasa conduciendo a la obesidad. Parece que no sólo es "la comida rica en grasa" la culpable de esta patología. Otros factores como los genéticos, familiares, sociológicos, etc. intervienen y son, en muchos casos, decisivos en la aparición de la enfermedad.
La obesidad es un problema nutricional que está alcanzando en los últimos años proporciones alarmantes entre nuestros escolares y adolescentes, afectando casi al 15% de la población pediátrica, que además ha generado gran preocupación por sus complicaciones a corto y a largo plazo: dislipemia, hipertensión arterial, síndrome metabólico, diabetes tipo 2, esteatosis hepática (“hígado graso”), problemas psicológicos, etc. Estas complicaciones que antes eran propias del adulto, se detectan de forma preocupante con creciente frecuencia en niños y niñas de edades más tempranas.
En la adolescencia parece intervenir de forma muy activa tanto la predisposición genética en cuanto a distribución y número de adipocitos (células del organismo que almacenan la grasa), como los hábitos alimentarios (bocadillos, pastelería, comidas fuera de casa, el abuso de consumo
de refrescos y el desprecio por las frutas y verduras, etc.).
Corregir esta situación, a cualquier edad, es muy difícil. Los resultados que se obtienen con los diferentes tratamientos no son buenos. Casi todos basados en dietas hipocalóricas (bajas en energía), aumento de la actividad física y, lo que es muy importante, control de la voluntad sobre la elección de los alimentos. A veces también se utilizan fármacos, pero en casos muy concretos.
Entre los adolescentes la perspectiva de éxito es aún menor que en los adultos. No en vano es un colectivo muy afectado por las condiciones psicosociales antes comentadas en cuanto a falta de madurez, vulnerabilidad, etc., que hace más difícil la realización del esfuerzo necesario para perder peso. Pero debido a la importancia de este problema, se deben buscar todos los medios a nuestro alcance para tratar de corregirlo.
Para el tratamiento de la obesidad en la adolescencia, se deben tener en cuenta las siguientes pautas generales:
- Deben ser dietas variadas y completas que cubran las necesidades energéticas sin llegar a sobrepasarlas para favorecer la pérdida de peso. No se deben plantear dietas muy restrictivas.
- La regulación de los hábitos alimentarios. Se debe enseñar a los adolescentes a elegir los alimentos más adecuados, sobre todo fuera de casa. Se deben evitar los fritos, la bollería industrial y la “comida rápida” o “comida basura” o el “picoteo” en exceso (patatas fritas, hamburguesas, etc.). Siempre que se pueda se debe elegir verdura y frutas, evitar las grasas, salsas (hechas con mayonesas, natas, mantequilla, etc.) y el abuso de refrescos.
- En algunos casos se pueden utilizar fármacos bajo estricto control médico.
- Se debe fomentar el ejercicio físico. Los jóvenes, de todas las edades, deben practicar algún deporte, si es posible aeróbico, durante algo más de 45 minutos diarios a buen ritmo.
También es muy importante:
- La ayuda psicológica a adolescentes y familiares.
- La educación nutricional. Este tema es de especial importancia ya que el desconocimiento suele ser el culpable de la mayor parte de los desórdenes.
Por todo ello, la vigilancia nutricional periódica y su detección precoz constituye una medida puede ser muy eficaz para su prevención (Mataix, 2009).
- Deben ser dietas variadas y completas que cubran las necesidades energéticas sin llegar a sobrepasarlas para favorecer la pérdida de peso. No se deben plantear dietas muy restrictivas.
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La anorexia nerviosa es un trastorno caracterizado por la ingesta deficiente deliberada con la finalidad de perder peso. Es un síndrome que se caracteriza por presentar una distorsión de la imagen corporal y un control estricto, en ocasiones incluso obsesivo, de los alimentos que toman para provocar la pérdida de peso. Tiene una prevalencia entre el 0,5 y el 5%de los adolescentes, fundamentalmente en chicas. Las consecuencias de esta patología pueden llegar a ser muy graves.
Es una enfermedad que debe diagnosticarse y tratarse desde dos niveles complementarios: el de la nutrición y el psicológico. A pesar de que el origen de la anorexia es principalmente de índole psicológica, en estas páginas sólo nos referiremos al aspecto nutricional.
Diagnostico nutricional:
- Valoración nutricional: peso muy por debajo de lo normal.
- Datos antropométricos desplazados de los adecuados a talla, edad y sexo (no superan el 85% del peso ideal y el IMC suele ser inferior a 17,5kg/m2)..
- Las constantes clínicas suelen corresponder a una desnutrición crónica bien tolerada.
- Amenorrea (pérdida de la menstruación).
- Adelgazamiento de entre el 10%-50% del peso original.
- Procesos de bulimia (comer de forma compulsiva) seguidos de vómitos.
- Hiperactividad física e intelectual.
Tratamiento nutricional:
Energía
El incremento del aporte energético debe administrarse paulatinamente a partir de lo que se esté comiendo de forma espontánea. La cantidad se debe ir aumentando según la respuesta, la tolerancia y la evolución de la persona afectada.
Se debe empezar por diseñar una dieta basal (mínima) simplemente para cubrir necesidades. Se calcula según la edad, sexo, talla y peso actual. Poco a poco se va progresando en cantidad energética, lo normal es un aumento de 100-200 kcal por semana.
Este aspecto es muy importante. No se debe "asustar" con gran cantidad de alimentos al adolescente que sufre este trastorno. Es muy importante ir corrigiendo la dieta poco a poco y siempre "aumentar una cantidad" determinada con el consentimiento del adolescente y según los pactos que se hayan establecido entre ambas partes (paciente y médico) para el tratamiento de la enfermedad.
Otras consideraciones
La dieta debe ser equilibrada y fraccionada para conseguir una mejor tolerancia.
Si la realimentación se hace difícil, se puede recurrir a preparados nutritivos líquidos e incluso a la alimentación por sonda. La alimentación parenteral (vía intravenosa) debe ser el último recurso.
Evolución
La enfermedad puede durar desde unos meses hasta toda la vida. Las recaídas son peligrosas y difíciles de superar, y según algunos autores afectan al 50% de los pacientes.
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La bulimia es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por episodios recurrentes de atracones seguidos de vómitos provocados para perder peso. En ocasiones utilizan otras técnicas purgativas como el uso de laxantes.
Síntomas:
- Episodios repetidos de ingestión rápida y masiva de gran cantidad de alimentos con sensación de falta de control sobre su alimentación.
- Comer a escondidas, con cierta conciencia de que la actitud es anormal.
- Interrupción de la comida por vómitos.
- Importantes variaciones en el peso.
- Autodesprecio, sensación de depresión.
Tratamiento:
- Ordenar los hábitos alimentarios, intentando llevar una dieta equilibrada, en número y tipo de comidas.
- Estabilizar el peso.
- Aprender a controlar las crisis.
- Sobre todo, eliminar los periodos de ayuno o periodos largos de tiempo entre comidas, para evitar así las crisis. De esta forma, la sensación de plenitud será más permanente y sentiremos una menor necesidad de atiborrarnos de comida.