Cuando habla el silencio
Hace tiempo, en una fiesta infantil, escuché retazos de una conversación que me dejaron intranquila. A mi lado, había un niño —por lo que comprobé más tarde, testigo silencioso habituado a esta situación— que había visto y oído lo mismo que yo, y al que pregunté su opinión. Él me miró y, después de contarme todo lo que pensaba, me dijo: «Lo que callamos los niños».
El silencio y el uso que de él se hace en las diferentes culturas, aunque se centre en la occidental, es el tema del que trata David Le Breton en su libro El silencio. El silencio siempre implica una intención. «Los múltiples significados del silencio le hacen mensajero de lo peor o de lo mejor según las circunstancias» afirma el autor.
Le Breton también menciona el ruido que conlleva la modernidad con el uso de los medios de comunicación de masas y los aparatos electrónicos como tabletas, móviles o portátiles que acompañan a las personas continuamente en su día a día. La necesidad de decirlo todo, aunque no se diga nada. El ruido como «antídoto al miedo a no tener nada que decir». Como canta Vetusta Morla en Maldita dulzura, «hablemos para no oírnos». [Leer+]